¡Estos pequeños son demasiado adictivos! ¡Nos comemos toda la bandeja, incluso cuando duplico la receta!
Ingredientes
– 4 papas grandes rojizas, lavadas y cortadas en rodajas de 1/4 de pulgada
– 1/3 taza de aceite de oliva
– 1/2 taza de queso parmesano rallado
– 1 cucharada de hojas de tomillo fresco, o 1 cucharadita de tomillo seco
– 1 cucharadita de ajo en
polvo – Sal y pimienta negra recién molida, al gusto
– Ramitas de perejil fresco para decorar (opcional)
Instrucciones
1. Precalienta el horno a 400 grados Fahrenheit. Quieres que esté bien caliente para asegurarnos de que obtengamos esa deliciosa textura crujiente.
2. Mezcle las rodajas de papa con aceite de oliva hasta que estén bien cubiertas. Colóquelas en una sola capa en una bandeja para hornear forrada con papel pergamino, dándoles un poco de espacio; no queremos que se cocinen al vapor ahora, ¿verdad?
3. Combine el queso parmesano, el tomillo, el ajo en polvo, la sal y la pimienta en un tazón pequeño. Mézclalos bien.
4. Espolvoree esta mezcla generosamente sobre cada rodaja de papa.
5. Introduce la bandeja para horno en el horno y hornea durante 20-25 minutos, o hasta que estén doradas y crujientes. Vigílalas y dales la vuelta a mitad de cocción para asegurarte de que estén doradas y crujientes. 6.
Una vez que las patatas estén doradas como los campos a finales de septiembre, sácalas del horno y déjalas enfriar un poco. Después, puedes pasarlas a una fuente para servir y esparcir un poco de perejil fresco por encima para darle un toque de color.
Variaciones y consejos
: mezcla tu propia mezcla de hierbas, como romero u orégano, junto con el tomillo para darle un toque diferente.
¿Quieres crear una corteza de queso? Da la vuelta a las rodajas de patata en los últimos minutos de cocción, espolvorea un poco más de parmesano por encima y ásalas brevemente. Pero estate atento: hay una delgada línea entre que estén crujientes y, bueno, demasiado cocidas.
¿Te han sobrado patatas? Son un delicioso complemento para el hash de la mañana o para acompañar un sándwich en el almuerzo.
Queridos míos, la belleza de esta receta no radica solo en su sabor, sino en los recuerdos que crea y evoca. Al igual que las páginas desgastadas de nuestros libros de cocina familiares, se trata del amor que se transmite de una generación a la siguiente, una papa crujiente a la vez. Disfrútenla ahora y agradézcanme después.